La mayoría de los fallos de las mordazas de rotura no empiezan con grietas espectaculares, sino con pequeñas negligencias. Falta de grasa en una zona sensible. Trabajar durante demasiado tiempo sin descanso. Trabajar a una presión demasiado alta porque "sólo una pared más". ¿Lo conoce? Pues sí.
Y luego viene el tiempo de inactividad, el coste, los nervios. Y, sin embargo, sólo tiene que seguir unas pocas reglas específicas para sacar el máximo partido a su implemento, sin riesgo de que algo vaya mal en el momento menos oportuno. Vea cómo realizar el mantenimiento de las mandíbulas trituradoras para que le devuelvan una fiabilidad duradera.
Todos los días en una obra, pero sin riesgos - o cómo utilizar las mandíbulas trituradoras para que no se estropeen tras unos pocos trabajos
En primer lugar, conviene comprender que las mandíbulas trituradoras son una herramienta potente, pero también muy sensible a un mal uso. La resistencia del acero por sí sola no será suficiente si cargas la estructura de forma inadecuada o superas un rango de trabajo que el fabricante no ha previsto. No es sólo una cuestión de equipamiento: también se trata de tu seguridad y de la continuidad del trabajo.
El funcionamiento correcto empieza... incluso antes de encender la máquina. Montar las mord azas en la máquina, ajustar correctamente la presión de funcionamiento, comprobar el aceite y revisar cuidadosamente el material de demolición en busca de refuerzos de acero o fragmentos de estructuras duras: estas son las cosas que pueden determinar si las mordazas durarán meses o acabarán en el servicio técnico después del tercer trabajo.
Tampoco hay que subestimar la duración de su trabajo. El funcionamiento continuo durante varias horas sin descanso, especialmente a altas temperaturas, supone un gran riesgo de sobrecalentamiento de los cilindros y pérdida de potencia de trabajo. Como resultado, las puntas de corte se desgastan más rápido y toda la herramienta empieza a trabajar con menos eficacia. Y de ahí, sólo hay un paso a daños que no se prevén - y que podrían evitarse siguiendo unas sencillas reglas.

Comprobar, lubricar, no sobrecargar: algunas cosas sencillas que marcan la diferencia a largo plazo.
No hace falta que un mecánico se ocupe de tus mandíbulas. Las cosas que realmente importan pueden hacerse todos los días, en 10 minutos. Es fundamental comprobar periódicamente las holguras, los pernos de fijación, el estado de las conexiones hidráulicas y los elementos de corte. Incluso la máquina mejor construida se desgasta con el tiempo, pero usted puede prolongar su vida útil hasta el doble si mantiene un enfoque sistemático del mantenimiento diario.
También es importante saber lo que no hay que hacer. Sobrecargar la herramienta, aplastar con la máxima fuerza sin ajustar el ángulo de ataque, golpear las mandíbulas de forma que se asemeje al trabajo de un martillo de demolición... son errores que a primera vista aceleran la demolición, pero que en la práctica sólo dañan el equipo. Las mandíbulas no son para romperlo todo: tienen sus propias especificaciones, y sobrepasarlas siempre acaba costando dinero.
Igual de importantes son los descansos. No sólo para el operario, también para el equipo. De vez en cuando, hay que dejar descansar los cilindros, reducir la presión, dar tiempo al sistema hidráulico para que se enfríe. Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia en la longevidad de todo el implemento. Incluso si el presupuesto aprieta y hay que mantener el ritmo, créalo, un breve descanso cada hora puede ahorrarle semanas de inactividad improductiva más adelante.
No todas las condiciones meteorológicas ni todos los trabajos son buenos: conozca las condiciones en las que no merece la pena arriesgarse
Aunque las mandíbulas de las trituradoras parecen enormes e "irrompibles", su funcionamiento en condiciones extremas puede provocar microfisuras, fugas hidráulicas e incluso daños en los cilindros. Cuando la temperatura del aire supera los 35 °C, el sistema hidráulico funciona a mayor presión y el lubricante pierde sus propiedades. Por el contrario, en invierno, por debajo de -10°C, el aceite se espesa y los cilindros se vuelven menos reactivos. Como consecuencia, pueden producirse daños con sobrecargas repentinas o funcionamiento dinámico de las mordazas.
No sólo el clima puede ser un problema. Los cambios de terreno, los trabajos en pendiente, los suelos inestables o los fragmentos de barras de refuerzo ocultos entre los escombros pueden provocar movimientos incontrolados de las mandíbulas y sobrecargas estructurales. Si no se ajustan los parámetros de trabajo a estas condiciones, no sólo se corre el riesgo de que falle el equipo, sino también de que se produzcan accidentes en la obra.
En la práctica, lo mejor es hacer pausas de mantenimiento cada 50-60 minutos aproximadamente de funcionamiento continuo, comprobar la temperatura del aceite hidráulico y evitar trabajar en entornos extremadamente polvorientos sin limpiar antes el equipo. ¿Suena sencillo? Porque son las cosas sencillas las que más influyen en la vida útil y el rendimiento del implemento.
Los dientes funcionan pero ya no cortan: una lista de omisiones que acaban en el taller en lugar de en la obra
Uno de los mayores errores es tratar las pinzas de demolición como una herramienta "para todo". En la práctica, gran parte de los fallos se deben a que el accesorio se utiliza para un fin equivocado, como aplastar escombros que contienen barras de refuerzo, golpear el suelo para "mejorar" los cimientos o socavar estructuras. Las mandíbulas no son una palanca ni un martillo: tienen sus limitaciones.
El segundo problema es la falta de comprobaciones diarias de mantenimiento. Los usuarios suelen descuidar la comprobación de los niveles de aceite, el estado de los bulones, el desgaste de las cuchillas o las posibles fugas hidráulicas. Sin embargo, basta una sola junta tórica defectuosa para que todo el sistema pierda presión y las mordazas dejen de funcionar eficazmente. A menudo, sólo una disminución de la fuerza de corte o ruidos poco naturales desencadenan una reacción, y por desgracia a veces es demasiado tarde.
A esto hay que añadir los errores debidos a la falta de formación. Es fácil que un operario que no esté familiarizado con el diseño de las mordazas sobrecargue el cilindro, desalinee el ángulo de trabajo o incluso provoque la rotura de las mordazas de trabajo. Desde el punto de vista del taller, es un clásico, pero para el promotor supone costes y tiempos de inactividad innecesarios. Recuerde: no tiene por qué hacer nada mal, sólo no hacerlo bien.
No es necesario conocer todo el sistema hidráulico, basta con hacer estas cosas con regularidad
El mantenimiento de la mordaza no es complicado, pero debe ser sistemático y basarse en puntos de control específicos. Lo primero y más importante: inspección diaria de los elementos de corte, las bisagras, los extremos de los cilindros y los conductos hidráulicos. Incluso una pequeña fuga o holgura puede convertirse rápidamente en un daño grave. Cuanto antes se detecte un problema, menos costará repararlo.
Es una buena idea programar una inspección completa una vez a la semana. Compruebe el nivel y la calidad del aceite en busca de limaduras metálicas, espuma o decoloración. Inspeccione los accesorios del brazo de la excavadora: se trata de un punto crítico que muy a menudo se pasa por alto. Las vibraciones, oscilaciones y sacudidas repentinas contribuyen al desgaste de este componente. Si es necesario, apriételos, límpielos y lubríquelos.
No olvide lubricar. La frecuencia depende de la intensidad del trabajo, pero una buena regla general es: en caso de duda, lubrique. Utilice únicamente lubricantes recomendados por el fabricante: un lubricante inadecuado puede dañar la superficie de trabajo del actuador a largo plazo. Recuerde también el mantenimiento estacional: realice una inspección exhaustiva con documentación al menos una vez al trimestre.

Menos tiempo de inactividad, más seguridad y... menos costes: todo empieza con una rutina.
¿Le parece aburrido? Posiblemente. Pero son las operaciones rutinarias y repetitivas las que tienen un mayor impacto en la longevidad y eficacia de las mandíbulas trituradoras. Cuando se trabaja en un sistema de proyectos, cada retraso se traduce en dinero. Y los retrasos provocados por fallos en las fijaciones son algunos de los más frustrantes, sobre todo cuando resulta que podrían haberse evitado con una lubricación o una inspección previa al trabajo de 10 minutos.
En segundo lugar, la seguridad. Cilindros rotos, mordazas sueltas, fugas en el sistema hidráulico... son peligros reales no sólo para los equipos, sino también para las personas. Aunque el riesgo sea pequeño, no merece la pena ignorar las señales de advertencia. Un implemento que funciona mal significa una máquina inestable, una disminución de la precisión y un mayor riesgo de error humano.
Y por último: la economía. Unas mordazas que funcionen bien no sólo duran más, sino que también consumen menos combustible (porque el sistema no tiene que compensar las caídas de presión), no requieren la sustitución frecuente de piezas y pueden utilizarse en diferentes proyectos sin costosos ajustes. Todo esto se traduce en un ahorro real que no se ve en la factura, pero que crece con cada semana de funcionamiento.
Este equipo lo dará todo, siempre que usted le dé lo que necesita
En resumen: las mandíbulas trituradoras son exigentes, pero no difíciles de manejar. Necesitan una cosa: atención. Si les dedica unos minutos al día, le recompensarán con cientos de horas de funcionamiento eficaz sin fallos. Su duración y eficacia no dependen en gran medida del fabricante, sino de usted.
No ignore los aspectos básicos. Lubricar, comprobar las holguras, vigilar los actuadores... no son detalles. Son la base del funcionamiento diario. Tampoco trate el mantenimiento como una tarea, sino como una inversión en su tranquilidad, la de sus operarios y la de su empresa.
Unas mordazas bien mantenidas no sólo cortan mejor, sino que cortan durante más tiempo. Y eso, como sabe, se traduce en beneficios. Y un beneficio muy tangible.
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